Lo que a principios del siglo XX parece inimaginable como explorar el fondo marino o viajar a la luna, el genio de Georges Méliès lo hace posible. Cuando en 1896, descubre el cinematógrafo, al hasta ese momento dibujante, actor y sobre todo mago Méliès se abre un mundo lleno de posibilidades.
"Él introdujo la magia, la fantasía y demostró que servía para mucho más que para reflejar la realidad, que era lo que se veía con las producciones de los Hermanos Lumière". Sombras chinescas, caleiidoscopios, linternas mágicas...
Méliès ya se había nutrido de todos estos artilugios que desde el siglo XVII habían sido creados para el ilusionismo... Pero es en el cine, donde siente que es donde mejor puede plasmar su arte a través de trucos que hoy, en plena época digital... siguen asombrando.
"La sobreimpresión, la sustitución, o los juegos de escala, para que los objetos parezcan muy grandes o diminutos..."Con más de 500 producciones, levanta el primer imperio cinematógrafico... aunque la feroz competencia de nuevas productoras, acabará devorándole.
"Tras dos décadas de éxitos, Méliès acabó arruinado y olvidado. Su desesperación fue tal, que él mismo quemó sus negativos. Afortunadamente, la existencia de copias de sus obras por todo el mundo, ha hecho que el legado de este mago irrepetible... siga vivo".
En la muestra no podía faltar el automáta concebido por Scorsesse en su película "La invención de Hugo" el sentido homenaje del director neoyorquino al cine de Georges Méliès
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