jueves, 24 de octubre de 2013

Exhibiciòn de Peliculas colombianas

Debate acerca del desequilibrio que sienten los filmes colombianos en las salas de cine.


La discusión acerca de las condiciones de distribución y permanencia de las películas colombianas en las salas de cine se ha convertido en asunto de debate en el medio cinematográfico.

La chispa que encendió el fuego fue la protesta del realizador caucano Antonio Dorado, que, en una carta abierta, protestó la semana pasada por la “inminente salida de la cartelera nacional de su más reciente película, Amores peligrosos.

Dorado afirma en el texto que la competencia desleal que experimentan las producciones nacionales frente a sus pares extranjeras afectó su más reciente trabajo fílmico y a la vez pone en peligro la producción cinematográfica del país.

El director se quejó de que, a pesar de haber alcanzado más de 30.000 espectadores en 47 salas de todo el país, el filme iba a seguir su segunda semana en menos salas, lo que al final afectaría negativamente su vida en pantalla.

“Amores peligrosos entra en competencia directa con películas como Gravedad o Dragon Ball Z, por lo que las pocas copias que quedan en pantalla tienen cantada su desaparición, porque solo sobreviven las más taquilleras”, aseguró.

Pero, según datos de Cine Colombia, la película de Dorado acumuló tan solo 467 espectadores en promedio por pantalla en su primer fin de semana, una cifra muy baja respecto a otros estrenos.

“Cuando los distribuidores nos comprometemos a sacar una película nos volvemos socios. Que a la película le vaya mal no es culpa del distribuidor, así la estrategia de mercadeo haya sido buena. Cada película es una aventura”, explicó Pía Barragán, gerente de distribución de contenido alternativo de Cine Colombia.

Pero el rifirrafe de Amores peligrosos y las salas de Cine Colombia lleva a un análisis más profundo. Según el crítico de cine Mauricio Reina, el problema es que en la última década la industria cinematográfica se ha fortalecido más en el terreno de la producción que en el de la distribución o en el de la asistencia de público.

“Crece más la proporción de películas que se hacen que el público que las ve. Eso termina reventando a muchos productores e inversionistas y atenta contra la sostenibilidad del sector”, explicó.

“Mi película tuvo una trágica taquilla de 10.000 espectadores y duró una semana”, recuerda Jairo Eduardo Carrillo, quien dirigió junto a Óscar Andrade, Pequeñas voces. “Cuando estrenamos, las condiciones fueron simples: si el primer fin de semana no hace una cantidad de espectadores, la sacan… Y así fue. Era imposible que un documental animado sobre niños colombianos compitiera con películas de acción”, aseguró

“Mi película tuvo varios errores de mercadeo, eso lo asumo, pero es que son filmes que necesitan leyes que protejan la distribución y la exhibición”, puntualizó Carrillo.

Él está de acuerdo con que se aplique la cuota de pantalla (espacio dedicado exclusivamente a proyectar filmes nacionales) para cambiar el panorama. “Que cada 20 pantallas o 50 pantallas se obligue a pasar un largometraje colombiano”, recalca.

Por su parte, Claudia Triana, directora de Proimágenes (Fondo Mixto para el Desarrollo Cinematográfico), afirmó: “El éxito depende de las estrategias de lanzar la película, del mercadeo, del desconocimiento del mercado de los productores, del añejamiento que sufre la película y del público”.

Sin embargo, para Diana Bustamente, productora de la película La sirga, hay que tener una visión diferenciadora. “La lógica del negocio, la que también entiendo si uno se pone en los zapatos de los exhibidores, no es compatible con una industria que se está apenas empezando a crear –ojo, no todo el cine es igual–; por eso, a todas luces debería tener otro tratamiento”, dijo.

En su opinión, alcanzar un modelo justo requiere voluntad política.

“Es el Estado el que debe dar la pelea –sostiene–. Así como pusieron todo el empeño en la segunda ley de cine, que favorece ante todo a los intereses extranjeros, deberían hace lo mismo en una ley que regule a los exhibidores; una venta mínima de exhibición y unas condiciones favorables que les den chance a nuestras películas en la taquilla.”

Y agrega: “El Ministerio de Cultura no tiene los dientes para hacer eso ni la injerencia para dar esta pelea, que es netamente política. Además, es un tema que no les interesa realmente a otros ministerios, que deberían estar involucrados en el debate, como el de Industria y Comercio. Una regulación con condiciones diferenciales para el producto nacional sería viable en tanto el Gobierno se ponga la camiseta en este asunto”, insistió Bustamante.

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